Lejos de las caricaturas del directivo todopoderoso imbuido de poder y certidumbre, que manipula a empleados y partes interesadas en su propio interés, la visión de la empresa ética está ganando terreno en la economía bajo el impulso de la generación más joven.
En la práctica, una empresa ética es una estructura cuya toma de decisiones, estrategia económica y comunicación se llevan a cabo respetando el medio ambiente, los seres humanos y la justicia. En términos más generales, la empresa debe tener un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente.
Porque ser empresario no te hace menos humano, ¡y menos mal! Tener sentido de empresa significa aceptar las dudas, el diálogo y la oposición, que siempre son fructíferos. También significa aceptar el tiempo como amigo, reconsiderar el concepto de éxito y dar sentido a una empresa en perpetuo movimiento. También en este caso, el cuestionamiento ético personal del directivo es un hilo conductor que recorre todo el ciclo de vida de la empresa.
De su creación a su transmisión, pasando por su desarrollo y a veces sus escollos, a través de la metáfora de un héroe "solar", no faltan temas de reflexión: la deconstrucción y reconstrucción del concepto de éxito empresarial, el lugar del cuestionamiento, la intuición, la visión, los talentos revelados y el coaching, el reparto del poder y el sentido de la acción, contra el imperialismo del cambio, el tiempo del individuo, el tiempo de la empresa, los ciclos, el placer, la motivación, la inteligencia emocional, el reparto equitativo de los resultados y la cohesión resiliencia o renacimiento...